Es indudable que hay bastante gente con una marcada predisposición a accionar de manera impetuosa, sin tomar en consideración las secuelas de sus actos, y es lógico que a estas formas de proceder les acompañe un ánimo desequilibrado y antojadizo, o sean desencadenadas por ese estado anímico. Son personas con una aptitud de planificación mínima, y usuales y también intensos raptos de furia que tienen la posibilidad de conducirlas a reacciones violentas contra otros o contra sí mismos, o manifestaciones fulminantes; especialmente cuando ven frustrada su intención. El CIE-diez (Clasificación En todo el mundo Estadística de Anomalías de la salud y inconvenientes relacionados con la salud, de la Organización Mundial de la Salud), en contraste al DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales de la Asociación de Siquiatras Americanos), incluye 2 variaciones diagnósticas para este llamado trastorno de personalidad que se caracterizarían por la inestabilidad sensible y la impulsividad. Dada la amplia y extensa influencia de las producciones de la psiquiatría estadounidense se frecuenta tomar en consideración uno solo de ellos, el llamado Trastorno de inestabilidad sensible de la personalidad de tipo límite, Personalidad Borderline, Trastorno Borderline de la personalidad, o Trastorno Límite de la Personalidad, o TLP. Este trastorno se caracteriza por el hecho de que, aparte de inestabilidad sensible, la gente muestran una autoimagen confusa o modificada, como perturbados o confusos son sus propósitos y opciones. Afirmemos la realidad, todos somos inestables emotivamente, y la imagen que contamos de nosotros, tal como nuestros objetivos y opciones, tienden a ser confundidos para nosotros. Decir que para muchos estarían perturbados es sospechar que para otros no lo estarían, o sea que serían fijos, equilibrados, constantes, íntegros, lo que está lejísimos de ser verdadero, no deseable. De ahí que se utiliza este diagnóstico para personas que muestran crisis sentimentales repetidas, de forma frecuente acompañadas por una sucesión de amenazas, movimientos o intentos autodestructibles, o por actos autoagresivos (como hacerse cortes en nuestro cuerpo). Si bien estas crisis tienen la posibilidad de llegar a generarse sin causas evidentes, es recurrente que respondan a enfrentamientos en relaciones entre personas profundas y también inestables. El inconveniente es que inestabilidad sensible, autoimagen modificada, objetivos confusos, relaciones entre personas profundas y también inestables, crisis de angustia, autolesiones y movimientos o intentos autodestructibles tienen la posibilidad de presentarse en personas muy diferentes entre sí y tienen la posibilidad de estar ocasionados por otros inconvenientes psíquicos; diagnóstico necesita que no se hallen otros trastornos o causas que logren argumentar estos síntomas, lo que no es tan simple como pudiese parecer. En el CIE-diez figura otro Trastorno de inestabilidad sensible al que acostumbra prestarse menos atención: el Trastorno de inestabilidad sensible de la personalidad de tipo impulsivo, asimismo llamado Personalidad explosiva y combativa o Trastorno explosivo y belicoso de la personalidad. Comparte con el TLP la inestabilidad sensible y la sepa o debilidad en el control de impulsos. Lo que lo diferencia esencialmente es que las detonaciones de crueldad o el accionar amenazante se dirigen contra otros mucho más que contra ellos mismos. La carencia de distinción entre los dos trastornos en el DSM-IV, que los llama indiferentemente TLP, provoca que lleguen a nuestras consultas bastante gente con enorme agresividad, más que nada hacia el ambiente familiar. Jovenes que desean siempre y en todo momento imponer su intención o jóvenes que agreden a los progenitores o pareja. Lo que tienen en común es la baja tolerancia a la frustración y las usuales reacciones impulsivas, fulminantes y violentas. Los dos trastornos alteran de enorme manera la convivencia y crean enfrentamientos familiares tan usuales como intensos, lo que de manera frecuente transporta a capital siquiátricos, frecuentemente precisos en ocasiones de crisis para proteger el ambiente familiar o para resguardar al integrante perjudicado. Los dos crean ocasiones familiares en ocasiones insostenibles o, cuando menos, hacen que la vida familiar gire cerca de esa persona y la preocupación que crea, pero no las generan por igual. Como es natural no es exactamente lo mismo que la familia viva modificada por crisis de chillidos y lloros, y asustada por miedo a que uno de sus pertenecientes se estropee a sí mismo; que esta perturbación se genere a fin de que en sus reacciones de furia agreden a otros integrantes de la familia, rompan elementos, ocasionen daños a la vivienda. En los dos casos hay un mal manejo de la agresión propia y extraña que, la mayoria de las veces, se remonta a la niñez (es parcialmente recurrente que los llamados trastornos de la atención desemboquen con los años en trastornos de inestabilidad sensible). En los dos reconocemos que no hay tolerancia a la frustración y que hay una intensa pulsión combativa que en un caso se regresa contra sí mismo y en el otro contra el resto. Si bien en ciertos casos cohabitan estos 2 géneros de agresión, en la mayoría de los casos se destaca uno. Y esta disparidad crea diferentes pretensiones de intervención tanto con la persona como con la pareja o la familia, más que nada en ocasiones de crisis. Pero en este sentido hay una virtud: es parcialmente simple distinguirlos, si bien la psiquiatría de norteamérica los unifique bajo un mismo rótulo. Pero resulta considerablemente más bien difícil distinguirlos de otros trastornos. No se habla solo de que compartan síntomas con ellos, por los que la distinción residiría en una siempre y en todo momento dudosa evaluación cuantitativa, sino las categorías diagnósticas no desechan que logren coexistir con ellos.
El TLP es el ”Pensamiento de la comorbilidad siquiátrica” (de esta forma exactamente han traducido Martínez Raga y otros en 2005 su libro sobre el Trastorno Límite de la Personalidad), y esta característica la comparte con el TLP el Trastorno de inestabilidad sensible de la personalidad de tipo impulsivo. Cantidad considerable de la gente diagnosticadas como TLP o Trastorno de inestabilidad sensible de la personalidad cumplen con los criterios para otros diagnósticos recogidos en exactamente los mismos manuales: Para iniciar, los de otros trastornos de la personalidad, esencialmente el Trastorno Narcisista, pero asimismo alguno de los sobrantes trastornos de personalidad. Y, además de esto, los de Trastornos por ansiedad y Trastorno de angustia, depresión (un 80% de las situaciones o mucho más según los estudios), anorexia, bulimia, abuso de substancias (entre un 50 y 70%) o, en ciertos casos , trastornos somatomorfos. La alta continuidad de la coexistencia con el abuso de substancias (nosología dual) hizo que varios centros se especialicen en el régimen simultáneo de las dos nosologías, pero la lógica semeja señalarnos que el abuso, en estas situaciones, es provocado por la personalidad, tanto por la impulsividad característica como por el intento de, a través de el alcohol o drogas, procurar aguantar otros síntomas. Pero hay otro inconveniente: las personalidades, y por consiguiente sus trastornos son constructos (creaciones hipotéticas en función de una teoría) y, como todo constructo, puede ser discutida, y lo es. Los expertos tenemos la posibilidad de usar manuales y protocolos oficiales, pero todos y cada uno de los pacientes no son iguales y cada uno de ellos es único. Aun durante su crónica de vida y de su régimen cambian sus manifestaciones sintomáticas (si no es de esta forma, ¿para qué exactamente servirían los tratamientos?). Si o sea válido para todos y cada uno de los llamados trastornos mentales, semeja que lo es todavía considerablemente más para los Trastornos de Personalidad, y particularmente para el TLP o Trastorno de Inestabilidad Sensible. De ahí que, varios pacientes o familias, en el momento en que creen haber encontrado el diagnóstico acertado, tienen la posibilidad de errar al opinar que los diagnósticos precedentes fueron equivocados y los expertos que los hicieron inútiles. El profesional se apoya en los estos del tolerante y su evaluación clínica. Pero este perfil puede ser corroborado o no por la evolución y, como hemos dicho en otro producto (“El TLP, ¿un trastorno para toda la vida?”) las pautas diagnósticas gráficas que se usan tienen la posibilidad de dejar de cumplirse, hasta y todo como efecto de los propios tratamientos. Salvo en las situaciones escasísimos en los que la perturbación de la personalidad son de causa orgánica demostrable (hipertiroidismo, modificaciones metabólicas, infección sistémica, o lesiones cerebrales) la etiología todavía es un tema polémico, pero semeja irrealizable descartar la participación de causas psíquicas o sicológicas. El modelo mucho más elogiable reconoce una susceptibilidad constitucional sobre la que actuarían acontecimientos en la niñez que no lograron ser descargados ni regulados en su instante. Estos inconvenientes harían eclosión a distancia manifestándose en adversidades intra y también intersubjetivas, impulsividad, disociaciones, hetero o autoagresiones y/o inconvenientes de identidad y debilidad yoica. El régimen correcto es la psicoterapia psicodinámica, o el psicoanálisis aplicado, para desentrañar las causas en todos y cada sujeto individual, acompañado o no por psicofarmacología según la necesidad de cada individuo.
Emplea los costos sicológicos
Constantemente los estudios y pruebas de marketing corroboran que los costos sicológicos vienen mucho más. ¿Qué costos son estos? Los que acostumbramos a ver en mercados y afines, esos acabados en 5 y, más que nada, 9.
¿Por qué razón marcha este truco psicológico para vender mucho más? Por el anclaje, otro fenómeno ineludible por el que tendemos a fijarnos en el comienzo del número y anclar su precio.
Dibujo de Figura sin ojos
Los ojos reflejan, no solo las experiencias íntimas de nuestro ser, sino son asimismo órganos esenciales de comunicación popular, mediante los que descubrimos cariños, sinceridad o negatividad hacia el resto. Omitir los ojos, es querer un aislamiento, ocultarnos del resto, no estimar enseñar nuestros sentimientos.
Generalmente, omitir la boca, órgano de emisión de la palabra, es un indicio de retraimiento, sentimientos de angustia o impotencia en oposición al ambiente. Este modo de reaccionar crea resquemores internos, inseguridad y falta de seguridad en sí. Eludir el dibujo de la boca adjudica sumisión y dependencia o dominio sobre la figura representada.
Los regalos y el sentido de pertenencia
Si la utilización de individuos se dificulta por cuestiones legales, puedes integrar un obsequio para pequeños en tu producto.
Como los humanos somos seres sociales que por instinto requerimos formar parte a un conjunto de individuos, un niño se va a sentir atraído hacia preciso producto, pues sus amigos lo tienen.